Editorial
IN MEMORIAM Manuel DIEZ DE VELASCO VALLEJO (1926-2009)
El martes 20 de octubre de 2009, fallecía en Baza (Granada), a los 83 años, el profesor Manuel Diez de Velasco, jurista de reconocido prestigio, maestro universitario y referente para varias generaciones de profesores de Derecho internacional.
Nacido en Santander el 22 de mayo de 1926, cursó sus estudios de Derecho en la Universidad de Valladolid (donde se licenció en 1949) y se doctoró en la Universidad de Madrid en 1951 con la tesis Las reservas en los tratados internacionales: Teoría general . Profesó docencia en las Universidades de Valladolid, Valencia, Granada (donde obtuvo la cátedra de Derecho internacional público y privado en 1958), Barcelona, Madrid (Autónoma y Complutense) y Cantabria (a la que se incorporó como profesor emérito en 1996).
Paralelamente a su labor universitaria desarrolló una destacada y reconocida actividad en la magistratura, tanto nacional, siendo magistrado de la primera formación del Tribunal Constitucional (1980-1986), como europea, donde fue designado juez en el Tribunal de Justicia de las Comunidades Europeas (1988-1994). En 1987 fue nombrado consejero electivo del Consejo de Estado, al que volvió tras su estancia en el Tribunal europeo y donde estuvo hasta el año 2008. Su paso, por estas tres instituciones ha dejado huella, en numerosas sentencias, resoluciones y dictámenes, de su capacidad, de su humanidad, y de su fe en el derecho y en los valores democráticos.
Su actividad como jurista se desplegó, asimismo, en el terreno de la abogacía y la consulta jurídica, tanto nacional como internacional. Así estuvo colegiado en el Colegio de Abogados de Barcelona (desde 1966) y en el de Madrid (desde 1971). Entre 1960 y 1969 colaboró activamente como experto en Derecho internacional en el asunto Barcelona Traction Light and Power Co. Ltd. , ante la Corte Internacional de Justicia. Y de 1974 a 1978 ocupó el cargo de secretario General de la Compañía Transmediterránea
A lo largo de tan dilatada carrera fueron numerosos los reconocimientos de la sociedad en la que vivió, de la Universidad a la que se consagró, del Estado al que sirvió y de la comunidad científica en la que siempre activamente participó. Cantabro de nacimiento universal de vocación, siempre conjugó ambos aspectos. Cantabria y su Santander natal continuamente estaban presentes en su pensamiento, en su conversación y en su trabajo. Allí estudió el bachillerato, allí estaba la casa familiar, allí volvió en sus últimos años de docente universitario como catedrático emérito. Y, el pueblo cántabro agradecido le reconoció tal entrega de múltiples maneras y, entre ellas, la de concederle en 2004 la Medalla de Oro de Cantabria.
Estas sólidas raíces en vez de atarlo a su más próximo entorno, le permitieron abrirse al mundo. Curioso y atento a todo lo que le rodeaba. Trabajador infatigable y preocupado por las cosas más diversas, encontró en el Derecho internacional el instrumento más idóneo para ello. Sin duda en esta vocación, tuvo mucho que ver, su maestro el profesor Adolfo Miaja de la Muela, inicialmente como joven estudiante en Valladolid, más tarde como profesor en Valencia y después durante muchos años de convivencia académica, amistad y respeto mutuo.
En una España encerrada en sí misma, sin apenas relaciones internacionales, el Derecho internacional que se explicaba en las aulas y se investigaba en la Universidad, se movía entre la filosofía jurídica y la historia. Él puso todo su empeño en transformar esta aproximación académica y modernizar este Derecho. Su obra científica es fiel reflejo de ello, y de la preocupación, también, por la metodología docente, por acercar el mejor y más actual conocimiento del ordenamiento jurídico internacional a los estudiantes. Ejemplo de este enfoque es una amplísima producción científica, donde dos obras generales destacan marcando la enseñanza del Derecho internacional en las aulas universitarias. En la primera de ellas, Instituciones de Derecho internacional público , vertía la preocupación que ya anidaba en su Curso de Derecho internacional público que como joven catedrático explicaba en los primeros sesenta a sus estudiantes y en el que ya introducía, novedad en la época, una importante dosis de derecho positivo. Esta perspectiva la reencontramos, pues, en las Instituciones de Derecho internacional público, obra iniciada en solitario y en cuya elaboración, más tarde, acogió a diversos de sus discípulos. Año tras años, este trabajo se fue consolidando y tras 17 sucesivas ediciones, constituye uno de los manuales en lengua castellana de mayor influencia en los estudios de Derecho internacional. La segunda obra, responde a una iniciativa, sin duda, novedosa, la de consagrar a las Organizaciones internacionales un estudio completo y actualizado, partiendo de la teoría general de las Organizaciones internacionales y deteniéndose en las mas destacadas Organizaciones internacionales universales y regionales existentes. Con ello ponía en práctica una de sus ideas más repetidas, la de que estos sujetos internacionales constituyen uno de los fenómenos más relevantes de la Sociedad internacional actual. Esta obra, fruto de un trabajo también colectivo en torno al Profesor Diez de Velasco, que ha conocido hasta la fecha quince ediciones en lengua castellana y una en lengua francesa, cubre un ámbito de estudio donde no proliferan obras de esta naturaleza, de ahí, además, su difusión generalizada y su amplia utilización en las aulas universitarias.
Esta inquietud por modernizar los estudios de Derecho internacional y acercarlos a lo que se practicaba en la época en las Universidades de otros países europeos, se nutre de su propia vivencia de joven investigador en Universidades extranjeras y del magisterio, sobre todo, de dos profesores que siempre estuvieron presente en su memoria, los maestros Roberto Monaco y Ricardo Ago, cuyas obras han marcado el estudio del Derecho internacional de la segunda mitad del siglo XX. Esta inclinación por el análisis de la práctica de los Estados y de las Organizaciones internacionales, así como de la jurisprudencia de los Tribunales internacionales, se refleja en numerosas publicaciones que, en diversas ocasiones, introdujeron aspectos novedosos en la literatura jurídico internacional. Así, el análisis de la protección diplomática de las sociedades y sus accionistas (por ejemplo, su curso en la Academia de Derecho Internacional de La Haya en 1974; tema sobre el que volvería, primero, en 1985 con su contribución al homenaje al Prof. Rodríguez Sastre, y, después, en 2002 con su participación en el homenaje al Prof. Sánchez Calero, y, también, en 2002 en el homenaje al prof. J.P. Sortais), o el interés por instituciones como el asilo diplomático (su trabajo en el homenaje al Prof. Barcia Trelles, 1958), el Derecho de los tratados (analizando la naturaleza jurídica y funciones del depositario de tratados, 1958), o la temprana y permanente atención por los mecanismos e instituciones destinadas a la protección de los derechos humanos y las libertades fundamentales (su primer trabajo en este campo data de 1958 el último, en el homenaje al Prof. Albaladejo, sería de 2005). Otro ámbito que fue privilegiado por sus estudios es el concerniente al proceso de integración europeo en general y sus instituciones judiciales en particular (valga como ilustración, su monografía sobre el Tribunal de Justicia de las Comunidades Europeas, de 1985 o uno de sus últimos trabajos sobre la reforma procesal del Tribunal Constitucional español y del TJCE en el homenaje al prof. Amorós Guardiola, en 2006), preocupación que le llevó, además, en diversas ocasiones a compararlo con otros procesos de integración y con otros mecanismos jurisdiccionales en otros ámbitos regionales (como ocurrió con Mercosur o la Comunidad Andina, como ilustran sus contribuciones al homenaje a la profra. Pfierter de Armas Barea en 1989, o al prof. Arruda Ferrer Correia en 1990, o la publicación de un trabajo monográfico en Montevideo en 1991). La presencia de España en las relaciones internacionales constituyó, también, un aspecto que retuvo frecuentemente su atención en diversas investigaciones (así, analizó la pretendida responsabilidad del Estado Español por actos de sus autoridades administrativas en el caso Barcelona Traction, en 1970; la recuperación y adquisición de la nacionalidad española, en 1972; la sucesión de Estados en relación con la descolonización española, en 1973; la aplicación en España de las normas medioambientales, en 1974; la compatibilidad de los compromisos internacionales comerciales de España con el Tratado CEE, en 1979; la práctica española en materia de protección diplomática e inactividad del Estado en 2005; la comparación entre el Tribunal Constitucional español y el TJCE, en 2007). Reflejo de su inquietud por las cuestiones sociales y su proyección en la esfera internacional son diversos trabajos (por ejemplo, el libro colectivo sobre la Garantía Internacional de los Derechos Sociales, en 1990; o la contribución sobre la Cohesión económica y social en la UE, al homenaje al prof. A. Menéndez, en 1996). Sus escritos muestran también su inclinación por las cuestiones relacionadas con la protección del medio ambiente, campo en el que sus trabajos fueron pioneros (véase, un estudio sobre la aplicación en España de las normas internacionales sobre medio ambiente, en 1976) y constantes (referidos a la responsabilidad internacional por daños al medio ambiento, en 1997; a la jurisprudencia comunitaria sobre esta materia, en 1991 y en 1998; o a las relaciones entre turismo y medio ambiente, en 2000). En fin, no faltan en su producción escrita numerosos trabajos abordando cuestiones generales y teóricas relativas al orden jurídico internacional (basten citar, a título de ejemplos, sus estudios sobre legislación y codificación en el Derecho internacional actual, de 1987; sobre el Derecho internacional del futuro, de 2003; o sobre las relaciones entre el Derecho internacional y el Derecho de las Organizaciones internacionales, de 2004)
Construcción de una Europa unida y democrática, protección de los derechos y libertades fundamentales, defensa del medio ambiente, fortalecimiento de las Naciones Unidas son algunas de las ideas fuerza que surgen a lo largo de estos escritos. Como también lo han sido su preocupación por modernizar los estudios internacionales, favorecer su mejor conocimiento en los medios universitarios y proporcionar a los alumnos de nuestras facultades instrumentos de estudio, tanto teóricos como prácticos, siempre actuales, útiles y completos. Esta ingente actividad investigadora y docente, unida a su labor judicial y a la práctica jurídica desarrollada, le hizo merecedor de importantes premios y reconocimientos científicos y académicos. Así, en 1979 fue recibido en el Institut de Droit international y en 1984 fue elegido académico de número de la Real Academia de Jurisprudencia y legislación. En 1993 fue investido doctor honoris causa por la Universidad Carlos III y en 1997 por la Universidad de Granada. Estaba en posesión de las Grandes Cruces de la Orden de Isabel la Católica, de San Raimundo de Peñafort, del Mérito Civil, del Mérito Constitucional y del Gran Ducado de Luxemburgo. Y, en 2005, fue galardonado con el premio Pelayo para jurista de reconocido prestigio.
Pero, además de estas condecoraciones y premios, había uno que le llenaba de satisfacción, el premio concedido por la Asociación de Antiguos Alumnos de la Universidad Complutense. Pues, venía a reflejar una faceta fundamental de Manuel Diez de Velasco, su vocación de profesor universitario, manifestada dentro y fuera de las aulas. Generoso con su tiempo, accesible a los demás, fueran éstos colegas, jóvenes investigadores o alumnos. Preocupado por sus problemas, desde los académicos a los humanos. Y cercano siempre. Su compromiso con los valores democráticos en momentos difíciles le llevó a estar frecuentemente junto a los estudiantes como quedó bien reflejado, en muchas ocasiones, durante la década que pasó en la Universidad de Barcelona (1961-1971). Dialogante, abierto y respetuoso de las ideas ajenas, pronto su magisterio fue generando otras vocaciones universitarias, de manera que durante su periplo académico por diversas Universidades españolas fue formando doctores, apoyando investigaciones y generando una escuela de Derecho internacional amplia y plural, de la que se sienten participes hoy, no sólo aquellos que se formaron directamente con él, sino, también, muchos que ahora son discípulos de sus discípulos.
Su dedicación universitaria al Derecho internacional público, animada por ideales europeístas y de apertura internacional de España al mundo, le llevarían a fundar, joven catedrático, en Granada en 1961 el Centro Universitario Europeísta y la Revista Europa; participaría, algunos años después, de manera muy activa en la Asociación de Amigos de las Naciones Unidas en España (recuerdos que verían la luz, en 2005, en un trabajo sobre sus años en esta Asociación) y en la creación, en 1975, de la Revista de Instituciones Europeas (hoy Revista Española de Derecho Comunitario) de la que durante largo tiempo fue su director. Su preocupación por fortalecer los estudios internacionales le llevaron a estar muy presente, durante una época, en el Instituto Hispano Luso Americano de Derecho Internacional. También, a participar en la creación de la Asociación Española de Derecho Europeo, o en el desarrollo de los Cursos de Derecho Internacional Vitoria-Gazteiz, y, más recientemente, en los Cursos Euromediterráneos Bancaja de Derecho Internacional. Y, sobre todo, a intervenir dinámicamente en la vida de la Asociación Española de Profesores de Derecho Internacional y de Relaciones Internacionales, de la que fue su presidente y miembro muy activo durante muchos años, como refleja su participación en las Asambleas, su intervención en los debates científicos, en fin, su preocupación constante durante los cerca de treinta años de historia de la misma.
Estos son, esbozados, algunos datos académicos y profesionales, de tan eminente internacionalista, auténtico humanista y difusor del saber, que lo largo de su vida tantas y repetidas pruebas dio de su vocación de servicio a la sociedad en la que vivió y a las instituciones en las que trabajó. Pero, sobre todo ello destaca, de manera sobresaliente, la dimensión humana, su capacidad de crear ese tejido de afecto, respeto mutuo y cariño en el que muchos hoy nos reconocemos.
José Manuel Sobrino Heredia
Catedrático de Derecho internacional público
Presidente de la Asociación Española de Profesores de Derecho Internacional y Relaciones Internacionales.